
Emakumeek alardean berdintasunez parte hartzea aldarrikatu du Emakundek Hondarribian
Izaskun Landaida Emakundeko zuzendaria eta Zuriñe Elordi idazkari nagusia Hondarribiko Alardearen ospakizunean izan dira gaur goizean. Emakundek, bere presentziarekin, emakumeek berdintasunean parte hartzen duten Jaizkibel konpainiaren desfileari babesa eman nahi izan dio beste behin, “gizarteak inoiz baino indar handiagoz aldarrikatzen eta eskatzen duelako emakumeen eta gizonen berdintasuna, eta tradizioak, gizarte-kohesiorako funtsezko elementuak izanik, garai berrietara egokitu behar direlako kohesio hori sustatzen jarraitzeko”, Landaidaren hitzetan.
Emakundeko zuzendariak gogorarazi du Jaizkibelek 25 urte daramatzala festan berdintasuna aldarrikatzen, eta eskerrak luzatu dizkio bere konstantzia eta konpromisoagatik. Testuinguru horretan, garrantzitsua iruditzen zaio gero eta jende gehiagok parte hartzea konpainia horretan eta itxaropentsua, halaber, joan den ostiralean Hondarribiko auzokide ugarik egindako erakusketa publikoa, herriko “Guztion alardea” izeneko gazte-elkartearen deialdia babestuz. Elkarte horrek guzti-guztion alardea aldarrikatzen du, garai berriekin bat etorriz. Landaidaren ustez, funtsezkoa da Hondarribiko jaia berdintasunera bultzatzen duen prozesua “Hondarribiatik bertatik bultzatzea, eta, gazteek argi eta garbi ikusten dute hori”. Beraz, haren ustez, “funtsezkoa da alardeetan parte hartzen duten eragileek, Udaleko talde politiko guztiez gain, baita herritarrek ere, hasitako bide horretatik aurrera egitea bultzatzea”.
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2022-09-19
Deficiencias en igualdad había cuando no había opción para las mujeres soldado.
Una vez que la hay, ya no tiene sentido la estrategia de achacar indirectamente deficiencias en igualdad a los alardes mayoritarios o a las poblaciones concernidas en general.
No hay nada en ellas ni su filosofía, ni originaria ni actual, que lesione la igualdad; la lógica de mayor cantidad de hombres procede de otros motivos con fácil explicación, y no del de realzar o sobreponderar al hombre.Sobre la base innegable de que existen sensibilidades crecientes, aunque aún minoritarias , a favor de un modelo con mujeres incluidas y visibles en roles distintos al de cantinera, lo que se debería hacer, para que la población del lugar no se encone más y no se propicie año a año una tendencia justamente contraria (a nivel de la mentalidad de la mayoría) al objetivo perseguido, es corregir el enfoque.
En vez de diagnosticar indirectamente el desfile mayoritario como desactualizado a nivel de igualdad, se debería ser propositivos más que moralmente imperativos, poner sobre la mesa el hecho de que hay dichas sensibilidades y dicha demanda femenina sincera, distinta y distinguible del sectarismo y extremismo (que por otra parte también existe), y en vez de exigir o pedir igualdad o igualitarismo (ya que no es esto lo que falta porque el desfile mayoritario se hace como se hace por motivos distintos, no por sobremasculinismo), se debería como mensaje pedir flexibilidad, permeabilidad, apertura a la innovación y a la inclusividad, así como participación variada y diversa, y no confrontativa, politizada ni sectaria en un modelo mixto, que no se tienda a vincular necesariamente con estar achacando, por participar en él, defectos al mayoritario.
Y también ayudaría proponer gradualidad, como podría ser la de abrir las puertas a la mujer en los puestos de música, los que son menos directamente vinculables al homenaje al sacrificio histórico de las milicias masculinas, que subyace en el evento conmemorativo que es el alarde.
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2022-09-12
Pido reflexión a Emakunde y al Gobierno Vasco sobre esta materia. El enfoque es erróneo porque con el modelo “mujer sólo cantinera” no estamos ante un problema de igualdad. Un problema de igualdad es, por ejemplo, si se crea una tamborrada, o una banda de música, donde insistentemente se pretende perpetuar presencia sólo masculina “en nombre de la tradición”.
El caso de los alardes es otro. En los alardes, se representan milicias, y es obvio que cuando se crearon estos eventos, nadie estaba pensando en exhibir poderío masculino, sino en rememorar los sacrificios de los soldados del pasado, que como norma general eran hombres.
Se le quiso añadir la figura de la cantinera, que para unos será probablemente un adorno poco edificante, o un trofeo exhibido ( a lo cual contribuye lo que sabemos sobre el pasado de esta figura) pero para la mayoría es precisamente dar la vuelta a su pasado oficio y realzarlas como protagonistas.
Al existir esa figura de la cantinera, el alarde adquiere una lógica de reparto de roles entre actores y actrices del pueblo, cuantitativamente sin duda desequilibrada, pero que sigue una lógica determinada, muy apreciada, que nada tiene que ver con desigualdad de dignidades de género, o un cierto retraso masculinista, por no decir machismo, salvo para visiones poco informadas y superficiales.
Ello lo convierte en una opción lógica, tan válida como la de que las mujeres puedan representar roles masculinos en otro evento que libremente organicen. Es otra opción por tanto perfectamente justificada, con un arraigo fácilmente explicable, y claramente desligada de toda lógica de machismo; salvo que se quiera retorcidamente argumentar, que de manera encubierta se usa de manera sobrevenida la excusa del concepto “milicia” para propiciar una continuidad de un modelo de festejo con infraprotagonismo femenino en comparación con otros tipos de fiestas patronales.
Dicha invención puede ser tentadora, pero el sentido común y el conocimiento cercano de las localidades implicadas y su sociedad, claramente apuntan a que no existe tal , sino que la continuidad de ese modelo es inocente. No existen más inercias segregadoras que en cualquier otro lugar. La diferencia estriba en la condición militar del evento escenificado, no en un retraso estructural a nivel de dignificación equilibrada de los géneros en dichas localidades.
Por todo ello el uso insistente del término “igualdad” o “igualitario” aplicado a este caso, es un error de enfoque que acaba por alienar a la población de las localidades afectadas. Es cierto que uno de los modelos propicia una mayor igualación de la visibilidad y presencia femenina a nivel cuantitativo, pero constantemente se insinúa que el otro tiene carencias en cuanto al valor social de la igualdad, cuando su estructura obedece a otros motivos que no son los de la cerrazón (salvo para una minoría insignificante) sino los análogos a cualquier representación de las artes escénicas, como por ejemplo una película, serie u obra teatral donde a nadie se le ocurre pedir que la presencia de ambos géneros sea exactamente del 50%, o ni siquiera que los roles de hombre estén expresamente abiertos a que haya actrices que se puedan prestar a representarlos.
Es la misma artificiosidad que si las autoridades públicas se empeñaran en una campaña de “igualdad” para acabar con la tendencia de hombres y mujeres de vestir por la calle una mayoría de atuendos “de género”, es decir, no unisex. Absolutamente nadie en nuestra sociedad entendería que se promueva que existe un vicio o un defecto en la psicología colectiva por el hecho de que gran cantidad de mujeres sigan vistiendo vestidos o cabello largo.
Esta insistencia en insinuar que el alarde llamado tradicional tiene una carencia o retraso en su adaptación a los estándares sociales de igualdad participa del mismo tipo de sobreactuación desnortada que dicho ejemplo. La presencia en igualdad tiene su vía en la creación de un desfile alternativo que ya existe. No en la insistencia de que el otro modelo no pueda desarrollarse libremente y sin críticas e insinuaciones constantes. Son válidas estas si se formulan a nivel de propuesta, pero no como constante insinuación o tacha, que es lo que se viene haciendo.