
Declaración: 85 Aniversario del Manifiesto de Turtzioz
Un alzamiento militar faccioso contra el régimen republicano legalmente constituido prendía la chispa de una guerra civil en el Estado español el 18 de julio de 1936.
Tras la aprobación del Estatuto Vasco por las Cortes Republicanas el 1 de octubre, el 7 de octubre el Lehendakari José Antonio Aguirre y Lecube juraba su cargo ante el árbol de Gernika: "En pie sobre la tierra vasca - Euzko-lur-ganian zutunik". Lehendakari y Gobierno Vasco en la más dura y crítica de las coyunturas: una guerra. Lehendakari y Gobierno Vasco de un país con los dos tercios de su territorio ocupados militarmente por el enemigo.
El Lehendakari Aguirre presidió un gobierno integrado por nacionalistas vascos (del PNV y de ANV), socialistas, republicanos y comunistas. Fue el primer gobierno de la historia de Euskadi. Un gobierno constituido con el objetivo de resistir, organizar la difícil vida en la retaguardia y, en última instancia, ganar y construir la paz.
Un gabinete que, incluso en aquellas dramáticas circunstancias, fue capaz de humanizar la guerra, gobernar en positivo, institucionalizar Euskadi y construir país. Un gabinete que, en palabras del corresponsal del·The Times y testigo directo de la guerra en Euskadi, el periodista británico George L. Steer, en nueve meses dio al mundo un bello ejemplo de buen gobierno y dignidad.
No fue posible: escopetas frente a cazas, pesqueros frente a buques de guerra, la razón frente a la fuerza. Los crueles e inhumanos ensayos de bombardeos del terror de los que fueron objeto Gernika, así como numerosas localidades vascas antes y después, y la manifiesta superioridad militar de los sublevados consiguieron doblegar las defensas del Ejército Vasco. Euskadi fue progresivamente ocupada.
Miles de vascos y vascas tuvieron que evacuar definitivamente la capital vizcaína en vísperas de su ocupación. Columnas de refugiados -en su mayoría ancianos, mujeres y niños- tomaron dirección a Cantabria y a otros países dejando atrás toda una vida, huyendo de la muerte y caminando hacia el más incierto de los destinos. Imágenes que hoy, 85 años después, nuestro mundo continúa reproduciendo.
El gobierno de Aguirre celebró su último Consejo en Bilbao el día 16 de junio. De Bilbao se trasladó a Turtzioz, municipio encartado limítrofe con Cantabria. Su sede quedó instalada en el Palacio de La Puente. Ante su inminente ocupación, el 30 de junio el Lehendakari hacía público un manifiesto. Un manifiesto para la historia: "El territorio habrá sido conquistado: el alma del Pueblo Vasco, no; no lo será jamás [...] Volveremos a recobrar el suelo de nuestros padres [...] Hasta el día de la victoria".
Hoy, 85 años después, el Gobierno Vasco, reunido en la misma sede en la que lo hizo aquel Gobierno declara:
- Condenar el alzamiento militar contra un régimen republicano legalmente constituido. La subsiguiente guerra desembocó en una Dictadura larga y negra, régimen que durante cuarenta años ejerció una dura represión y vulneró los derechos y libertades básicos.
- Rendir el más emotivo homenaje y mantener para siempre viva la memoria de los gudaris y milicianos que dieron su vida por la más noble de las causas: la Homenaje y memoria extensivos a toda una generación, que sufrió los horrores de la guerra injustamente y fue objeto de represión, cárcel y exilio.
- Reafirmar nuestro compromiso con el supremo valor de la dignidad de la persona, los principios y valores éticos- y democráticos, y la defensa, protección y garantía efectiva de los Derechos Humanos. El Gobierno Vasco se compromete a hacer suyos los principios y valores de la paz, la libertad, la democracia, el autogobierno, la justicia social, el respeto y el diálogo, principios que inspiraron el Gobierno de unidad tanto durante la Guerra en Euskadi como en el exilio y que hoy seguimos reivindicando para Euskadi y para el mundo.
En coherencia con esta experiencia histórica y con el contenido de esta Declaración, el Gobierno Vasco condena toda guerra, siendo la expresión más reciente la invasión de Ucrania por parte de Rusia; rechaza el uso de la fuerza como recurso para dirimir los conflictos y apela a la no violencia, el diálogo el multilateralismo y la defensa de los Derechos Humanos como principios básicos de las relaciones internacionales.